¿El Crimen de Sarajevo Acabó Con el Imperio Austrohúngaro?

Sencillamente la respuesta es no. La muerte del archiduque Francisco Fernando no alteró en nada lo que iba a pasarle a unos de los imperios más interesantes que tuvo Europa.

Adán J. Loredo
Adán J. Loredo
17 de December · 1032 palabras.
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🕘 Resumen

El Imperio Austrohúngaro, conocido por su diversidad lingüística y cultural, se encontraba destinado a extinguirse tras la Primera Guerra Mundial debido a la extinción de las monarquías en Europa en general. El imperio había permanecido unido gracias a la familia Habsburgo durante varios siglos, con emperadores que ayudaron a engendrarlo y conservarlo. Sin embargo, las revoluciones, la falta de herederos y la llegada de Napoleón Bonaparte pusieron la corona en juego en varias ocasiones, aunque siempre lograron mantenerse a salvo. Cuando las dinastías creían que gobernarían por siglos, la Revolución Francesa agitó el sistema y obligó a las monarquías a cambiar de una forma absolutista a un modelo constitucional, dando lugar a que cada vez temblaran más. El nuevo modelo de monarquía no tenía mucho futuro, pues en 1848 se produjo otro movimiento que amenazó a las coronas. El Imperio Austrohúngaro estuvo en grave peligro y los austriacos cambiaron de emperador para salvarlo. Francisco José, el nuevo monarca, sabe que debe actuar con rapidez y, con una sangrienta represión, neutralizó a todos aquellos que anhelaban una separación del imperio.
El Imperio Austrohúngaro, heredero directo del Sacro Imperio, estaba destinada a extinguirse para siempre con el torbellino de la Primera Guerra Mundial.

Y no por sus defectos o sus cualidades, que eran muchas, sino porque las monarquías en Europa tocaban a su fin de forma irremediable. No se trataba de un país, eran muchos los que lo integraban, con una diversidad de lenguas y culturas que actualmente solo es comparable con los Estados Unidos.

El imperio había permanecido unido por varios siglos con un extraño pegamento: la familia Habsburgo. Tuvo buenos emperadores que ayudaron a engrandecerlo o cuando menos a conservarlo. Otros no estuvieron a la altura de las circunstancias y por poco lo pierden.

Les tocó sufrir revoluciones, carencia de varones para heredar la corona y a Napoleón Bonaparte, pero lograron mantener el Imperio a salvo.

Cuando los reyes estaban confiados en que sus dinastías gobernarían por siglos y siglos, vino la Revolución Francesa, un temblor que por poco y los derriba a todos. Lograron mantenerse de píe, pero seguía temblando lentamente y ya estaba escrito que iban a caer. Las monarquías tuvieron que dejar de ser absolutistas para hacerse constitucionales. Era el primer paso hacia su fin. Ese cambio quería decir que ya no era Dios quien les daba el poder a los monarcas sino el pueblo.

Esa nueva modalidad de monarquía no estaba destinada a durar muchos años. En 1848 vino otro torbellino que amenazo más que nunca a las coronas. Uno de los imperios que estuvieron más cerca de caer fue precisamente el de los Habsburgo. El emperador en turno no estaba a la altura para resolver nada.

Antes de que todo se perdiera,  los austriacos cambiaron de emperador, el débil mental Fernando I fue sustituido por su sobrino Francisco José, un joven de 18 años. El nuevo monarca sabía que no había tiempo que perder para salvar su Imperio. Si los países que lo integraban ya no querían estar unidos por las buenas solo quedaban las malas. Con una sangrienta represión neutralizo a todos los que querían separarse, a todos los que anhelaban una republica como la de Estados Unidos que progresaba a pasos agigantados.

Pero si el nuevo soberano era bueno para reprimir, no lo era para dirigir los ejércitos en las guerras. Su abuelo conservo el Imperio de milagro debido a la amenaza que siempre fue Napoleón I. a Francisco José le toco sufrir a otro Napoleón, uno menos peligroso, menos inteligente, pero de cuidado, el tercero. Una pequeña parte de su Imperio era italiana, y para mantenerla bajo sus dominios tuvo que ir a la guerra contra Francia. Napoleón III buscaba regresarle a su pueblo las glorias militares de tiempos de su tío. Una buena oportunidad para hacerlo era ayudar al rey de Cerdeña a que recuperara Lombardia y Venecia, los territorios en poder de los Habsburgo. La guerra fue corta, termino en empate por decisión de ambas partes, pero significo un duro golpe para el Imperio Austriaco.

Una vez que Francia ya había mostrado la debilidad del soberano austriaco, el temible Bismarck busco la forma de engrandecer a Prusia valiéndose de la debilidad de Austria. Fue otra guerra para Francisco José y esta vez si termino en una humillante derrota. Y lo mal que la pasaba el soberano en el exterior se reflejaba en el interior. Los países encarcelados ya dentro del imperio hacían cuanto podían por brincarse la barda. El más inquieto y que más peligro generaba era Hungría. El emperador cedió cuanto pudo, a tal grado que el Imperio pasó a llamarse Austrohúngaro. Las reformas y la mano dura eran cosa  continua, con tal de hacer que el pegamento que había servido por siglos aguantara un poco más.

Conforme el emperador se hacia viejo las cosas se ponían peor. Era predecible que algo no muy bueno pasaría cuando muriera. Solo quedaba la esperanza de que el heredero, su hijo, fuera de buena madera, de los Habsburgo que había habido pocos en seis siglos. Pero el archiduque Rodolfo, el heredero y único hijo del emperador, termino suicidándose al parecer por diferencias con su padre. Estaba claro que si la corona no caía en una buena cabeza poco tiempo duraría el Imperio. El siguiente en la línea de sucesión habría sido el hermano que nació después de Francisco José, pero ya hacia muchos años que lo habían fusilado en México por meterse donde no lo llamaban. Después estaba en el orden de nacimiento, y por lo tanto era el heredero, Carlos Luis, y él renuncio para que se coronara su hijo, Francisco Fernando.

A este último se suponía que le tocaría gobernar en una de las etapas más difíciles del Imperio de los Habsburgo. Se decía que tenía las cualidades, que lograría mantener intacta la herencia familiar. Pero no llego tan lejos. Bosnia era un país que quería salirse de la prisión que significaba para ellos el Imperio Austrohúngaro. El 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernando estaba de visita en la ciudad de Sarajevo, y un joven bosnio aprovecho para acribillarlo a tiros.

Las balas que mataron al archiduque fueron las primeras de la Gran Guerra. Austria se alío con Alemania, una superpotencia que comenzó barriendo con todos sus enemigos. Pero la entrada de los Estados Unidos en la guerra significo un peso muy grande que la poderosa Alemania no pudo soportar. El viejo emperador Francisco José murió antes de ver deshecho su imperio. Se lo heredo a su sobrino nieto, Carlos, un joven que repentinamente se vio con una bomba en las manos. Y exploto. La guerra la perdieron ellos, el imperio se dividió y Austria, la columna vertebral, quedo empequeñecida y débil. Pocos años después seria absorbida por Alemania.

No fue culpa del joven emperador Carlos la perdida del imperio, tampoco de su tío por morirse de viejo, ni de su primo Rodolfo por suicidarse, o de Francisco Fernando por ponerse en el camino de las balas. Simplemente pasó que las monarquías, después de varios siglos de auge, habían caducado y la de los Habsburgo no iba a ser la excepción.

Adán J. Loredo

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