Turismo Aventura Mendoza: Rafting, Remolinos de Adrenalina

Si lo que desea el visitante es emoción, aventura y sentirse pequeño ante lo impresionante de la naturaleza salvaje el Turismo Aventura en Mendoza es la respuesta.

Jorge Alberto Guiñazu
Jorge Alberto Guiñazu
23 de November · 628 palabras.
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🕘 Resumen

La cordillera de los Andes es un atractivo para aventureros de todo el mundo y el Cerro Aconcagua, visible desde cualquier punto de Mendoza, es un punto de peregrinación para muchos de ellos. En Mendoza, los turistas pueden experimentar la naturaleza en su máxima expresión, y hay varias empresas que ofrecen turismo de aventura. Una de las actividades emocionantes que se pueden hacer en Mendoza es el rafting en el río Mendoza. Este río tiene rápidos de nivel III y IV y es alimentado por muchos afluentes de la cordillera. Para regular su peligrosa abundancia, se han creado presas a lo largo del río. Potrerillos es una pequeña villa desde donde es habitual comenzar el descenso de rafting en este río. Potrerillos se ha convertido en un atractivo centro de recepción de turistas debido a su situación privilegiada entre los paisajes andinos. La práctica de aventura en Mendoza puede ser desempeñada por personas sin una preparación extraordinaria con la supervisión de profesionales.
Las escarpadas cumbres andinas son un poderoso reclamo para aventureros de todo el mundo.

El reto de la escalada hacia uno de los techos del planeta es demasiado difícil de resistir para quienes han hecho del riesgo un paradójico modo de vida. El Cerro Aconcagua, visible desde todo punto de Mendoza es el centro de peregrinación de muchos de ellos y el nacimiento de otras diversas alternativas de vivir emociones de una forma menos audaz, más aficionada

El turista que llega a Mendoza puede experimentar el empuje de la naturaleza yendo a cualquiera de las empresas que facilitan la práctica de turismo aventura en Mendoza.

De las colosales alturas nacen ríos que deben salvar pronunciados desniveles y lo hacen con la fuerza que da la juventud. Las rocas y su generoso caudal los convierten en una fuerte atracción para aquellos que desean afrontar un desafío que, supervisado por profesionales, puede ser desempeñado por personas sin una preparación extraordinaria.

Se le llama rafting al descenso de un río en canoa. Dejarse llevar por la corriente no siempre es una actividad pacífica. Al menos no es eso lo que desea quien quiere vivir aventura en Mendoza.

En el río Mendoza nos encontraremos con rápidos de nivel III y IV, que implican una cierta dificultad. No en vano estamos navegando un río procedente del deshielo de las nieves del Aconcagua y que se alimenta del caudal de muchos afluentes que le llegan desde el norte y desde el sur de la cordillera. A lo largo de su curso se han creado diques con motivo de regular su peligrosa abundancia, proveer de energía a su zona de influencia y administrar el riego en un territorio caracterizado por las escasas lluvias.

Uno de ellos es el de Potrerillos, desde donde es habitual comenzar el descenso. Potrerillos es un villa con no más de 60 viviendas, pero que se ha convertido debido a su situación privilegiada en un interesante centro de recepción de visitantes atraídos por la hermosura de los paisajes andinos. A este pequeño pueblo se accede desde la capital cuyana, de la que dista unos 70 kilómetros, en transporte facilitado por los propios guías que llevarán al turista hasta el final de su aventura.

Para los principiantes, las empresas especializadas en rafting en Mendoza disponen de personal experto que va a estar constantemente pendiente de que la actividad transcurra en todo momento dentro de los márgenes más estrictos de vigilancia y control. El turista recibirá unas nociones básicas de seguridad y sobre el manejo de la embarcación que le servirán para emprender en las mejores condiciones su pequeña aventura acuática. Se le facilitará asimismo todo el equipo necesario como son el traje de neopreno y el casco, imprescindibles.

La excursión se va a desarrollar entre sensacionales roquedos, bajo acantilados cuya verticalidad hará sentir insignificante al aventurero. Las aguas blancas rugiendo le producirán una excitación tal que, al echar pie a tierra notará que aquello que buscaba, la calma después de la emoción, ha sido un objetivo plenamente logrado.

De cualquier modo, no es la única propuesta y el viajero puede inclinarse por recorrer distintos tramos del río, lo que le llevará, dependiendo de la que elija, medio día o el día entero. La actividad se complementa siempre con otras, en la base de operaciones de la empresa. Aquí podrá terminar de relajarse disfrutando de la piscina al aire libre y de juegos de diversa índole.

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Jorge Guiñazu
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