Hoteles en las Islas. el Romanticismo del Hoy

Este pequeño destino de los que han hecho del lujo un modo de vida, pero a su vez de los que buscan en los hoteles en las Islas un lugar de reposo.

Maria Candela Montenegro
Maria Candela Montenegro
10 de January · 603 palabras.
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🕘 Resumen

Alojarse en un hotel en las Islas Baleares es una experiencia única para disfrutar de una posición de privilegio desde la cual se domina el mar Mediterráneo. El aire que se respira es el mismo que dio vida a generaciones de antiguos pueblos, como griegos, fenicios y cartagineses. Como Chopin y George Sand, el viajero que elija alojarse en las islas se rendirá ante este archipiélago lleno de historia y encanto. La Cartuja de Valldemosa es un destino y centro de peregrinación de mitómanos en busca de las huellas del genio. El paisaje que deslumbró al compositor polaco es abrupto, tallado a fuerza de viento y lluvia a lo largo de los siglos. La fisonomía de sus costas ofrece al turista la oportunidad de llevar a cabo actividades en un Mediterráneo donde la navegación es un signo de identidad. Para conocer el archipiélago nada mejor que recorrerlo por mar, ya que existe una completa oferta de transporte entre las islas. Las Islas Baleares ofrecen una experiencia inolvidable para aquellos que desean alojarse en un lugar lleno de historia y encanto.
 Alojarse en alguno de los hoteles en las Islas Baleares es instalarse en una atalaya, dominar el mar Mediterráneo desde una posición de privilegio, respirar el mismo aire que dio vida a generaciones de griegos, fenicios, cartagineses... Como Chopin y George Sand, como si viviera en pleno romanticismo, el viajero que elija hoteles en las islas se rendirá ante este archipiélago pleno de historia y encanto. Lo que para estos ilustres visitantes fue una breve y desgraciada estancia se ha convertido hoy en destino y centro de peregrinación de mitómanos en busca de las huellas del genio.

Aquí, en la Cartuja de Valldemosa y no sabemos si inspirado por un paisaje descrito por el mismo músico como de esmeralda y lapislázuli, compuso Chopin preludios, baladas y polonesas inmortales.

Las Islas Baleares distan mucho de ser ni la sombra de lo que la apasionada pareja encontró en aquel año de 1838, una sociedad cerrada y recelosa del visitante. Muy al contrario, quien hoy en día se acerque a las Baleares conocerá una población entregada al bienestar del viajero.

Tanto si viene dispuesto a explorar las cálidas aguas mediterráneas o la no menos cálida noche ibicenca. Tanto si lo que le motiva es adentrarse en las entrañas de la tierra o quedarse en la superficie y conocer un rico patrimonio histórico o simplemente tenderse bajo el sol meridional, Baleares es la pequeña y dividida porción de tierra donde podrá hallarlo todo y disfrutarlo todo.

El paisaje que deslumbró al compositor polaco es abrupto, tallado a fuerza de viento y lluvia a lo largo de los siglos. La fisonomía de sus costas es la de miles de calas y ensenadas de dispar tamaño que se suceden kilómetro tras kilómetro para dar al turista alojado en las islas la ocasión de llevar a cabo actividades en un Mediterráneo donde la navegación es un signo de identidad. No en vano aquí se celebran algunas de las regatas más afamadas del circuito. Por tanto, para conocer el archipiélago nada mejor que recorrerlo por mar. Existe una completa oferta de transporte entre las islas y si el viajero tiene la suerte de ser marino avezado, puede alquilar su propia embarcación.

Las Islas Baleares son tan ricas en superficie como dentro de sus mismas entrañas. Su patrimonio natural nos brinda una extensión de cuevas visitables, El Drach, Artá, Campanet en Mallorca, Cales Coves o Cova Santa en Menorca e Ibiza y otras, de una belleza oscura y pausada que nos harán apreciar lo que ya nos indicó algún famoso científico sobre la relatividad del paso del tiempo.

Si el viajero está guiado por el mismo espíritu romántico que conducía al músico, encaminará sus pasos en busca de las huellas que la historia ha preservado en esta geografía singular. Desde los restos prehistóricos, las taulas, los talaiots y las navetas, a las catedrales de Menorca, Ibiza o la única muestra de gótico levantino de Mallorca, la maravillosa “Catedral del Mar”, a castillos medievales o a la misma Cartuja de Valldemosa donde recrearemos la tormentosa estancia del genio y la escritora. Ese mismo impulso romántico nos llevará a emular a una joven Ángela Molina descendiendo por la majestuosa escalinata de Raixa, joya del patrimonio mallorquín, en la película Bearn o La Casa de Las Muñecas, que marcó un hito en esta isla.

En fin, si Chopin y George Sand hubiesen recalado hoy en Mallorca, un único invierno no hubiera sido suficiente para disfrutar de los hoteles en las Islas Baleares.
Maria Candela Montenegro
Hoteles en las islas

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