El Populismo es Muy Caro

Y no lo pagan los políticos sacrificando la mitad de su salario, quedándose en casa el periodo vacacional o teniendo a sus hijos en escuelas publicas, sino que los pagan los ciudadanos que si trabajan.

Adán J. Loredo
Adán J. Loredo
26 de January · 708 palabras.
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🕘 Resumen

El artículo examina cómo los líderes populistas ofrecen regalos a la población para aumentar su popularidad y obtener el apoyo electoral. A menudo, estos regalos son en forma de comida, lo que se convierte en el motor de la democracia, generando votantes agradecidos dispuestos a apoyar a cualquier candidato que prometa multiplicar su despensa una vez que estén en el poder. Los seguidores de los líderes populistas no necesitan saber de políticas o economía para apoyarlos, solo necesitan que se les ofrezcan cosas gratis. Aunque algunos políticos rechazan esta práctica, la mayoría la defiende usando el argumento de que "con el hambre no se juega." El artículo sugiere que los líderes populistas ofrecen ayuda a la población, pero no les enseñan cómo salir de la pobreza, lo que lleva a una dependencia continua de los regalos gratuitos. En conclusión, el autor reflexiona sobre cómo la práctica de regalar cosas gratis se convierte en un arma política, creando votantes y líderes que solo buscan mantenerse en el poder.
Es cierto que los presidentes más queridos son siempre aquellos que sueltan pan en el circo. La mayoría de sus seguidores lo son porque saben que algo bueno -ósea gratis- les dará una vez que esté en el poder.

Inclusive las personas más tontas se dan cuenta de cuando pueden sacar provecho sin hacer casi nada, solamente ir a votar o a una manifestación que genera el caos en una ciudad.

Los regalos son el motor de la democracia, lo que despierta temprano al agradecido votante que va a darle su apoyo a un candidato que promete, una vez en el puesto, multiplicar la despensa. A quienes siguen como perros a los lideres populistas no les hace falta saber de izquierdas y derechas o de economía y leyes, solamente están con quien da algo gratis y promete no interrumpir la practica.

Algunos políticos, idiotas desde luego, defienden su forma de estimular la democracia alegando que con el hambre no se juega. Retan a sus críticos a pensar en los padres de familia numerosa que no tienen para alimentar a sus hijos, y desde luego se ganan la aprobación popular y logran convertir ante la opinión pública a quien les lleva la contra en un monstruo sin sentimientos. Desde luego que seria interesante saber a cuantos de los que aprueban el populismo les quitan mes tras mes su dinero.
Hay quienes dicen que con esa gente que recibe un sustento de a gratis pasa lo mismo que con el perro callejero, es decir, que vuelve siempre a pedir donde ya le dieron, pero no es así, al darle de comer a un perro callejero quien lo hace se gana su agradecimiento y su cariño, y el animal se mantiene pasivo el día que no le dan. Pero las personas por el contrario solo agradecen mientras se les sigue dando, cuando ya no es así se enfurecen porque ya están acostumbradas a recibir cosas gratis y lo consideras un derecho y quien les corta el subsidio es un miserable criminal que merece todo el odio del mundo.

Finalmente hay que reflexionar en que no es el perro quien adquiere las peores costumbres, sino el hombre. Con esas practicas tan llenas de piedad y de intereses políticos, los que las llevan a cabo solo logran dos cosas: crear a personas que no son en nada productivas para la sociedad y meterle zancadillas a los que si se esfuerzan por producir algo usando su fuerza y su cerebro.

A quien le dan lo acostumbran a que ya no es necesario buscar una forma de ganarse la vida porque el gobierno que es bueno y noble lo va a mantener. Y al que le quitan para mantener al otro también le arrebatan los deseos de trabajar. Cualquier persona aborrece la idea de saber que el fruto de su esfuerzo ira a caer en manos de quien tal vez no ha hecho el menor trabajo para merecerlo.

Quitarle dinero injustamente a una empresa también es impedirle su desarrollo, y éste bien podría generar que quienes no trabajan encuentren una manera digna de sobrevivir, pero al gobierno le gusta arrebatar el dinero a su dueño y repartirlo como mejor le convenga. Cabría preguntarnos, ¿quién sabe utilizar mejor el dinero producto de los impuestos, el gobierno al que nada le costo obtenerlo o el empresario que sabe lo que cuesta ganar cada centavo?

La realidad es que a los gobernantes les gusta comprar la popularidad con el dinero de otros. Y para ser popular no es necesario beneficiar a todos, solamente a los más escandalosos y perezosos. Generalmente a las personas que se ganan la vida con su trabajo les importa un rábano el Estado y los ladrones que lo integran, lo que significa que para los políticos son inofensivas.

Siempre que una persona reciba un regalo de un político a cambio de su apoyo, sería bueno que recapacitara y comprendiera que lo más probable es que el dinero para su regalo, mediante un robo legalizado que lleva por nombre impuesto, le fue quitado a alguien que se lo gano con su trabajo.

Adán J. Loredo

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