Electrodomésticos Eficientes

Cuando vamos a comprar un electrodoméstico en ocasiones pensamos que la diferencia de precios entre marcas no responde a ninguna razón. No sabemos en qué basar nuestra decisión de compra.

Jose Antonio Mateos
Jose Antonio Mateos
21 de July · 471 palabras.
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🕘 Resumen

La etiqueta energética de electrodomésticos es una herramienta útil al momento de comprar un electrodoméstico, permitiendo conocer las características energéticas de un electrodoméstico de forma fácil y sencilla. Además de la clase energética, también se pueden obtener datos específicos como consumos eléctricos anuales, consumo de agua, nivel de ruido, eficacia del lavado, entre otros. La normativa europea exige que se aporte esta información junto con los electrodomésticos en venta. Los electrodomésticos que están obligados a mostrar la etiqueta son frigoríficos, congeladores, combis, lavadoras, secadoras, lavadoras-secadoras, lavavajillas, hornos, máquinas de aire acondicionado y fuentes de iluminación. Actualmente, hay dos modelos de etiquetas, uno antiguo y uno nuevo, siendo el nuevo modelo el utilizado en todos los Estados miembros de la Unión Europea. La nueva etiqueta cuenta con una estructura independiente del idioma y es fácilmente comprensible gracias a los pictogramas comunes y la escala de colores que oscila entre el verde y el rojo, incluyendo tres nuevas calificaciones: A+, A++ y A+++. La etiqueta energética de electrodomésticos sirve para mostrar la diferencia de consumo energético entre dos electrodomésticos con prestaciones similares.
Cuando vamos a comprar un electrodoméstico en ocasiones pensamos que la diferencia de precios entre marcas no responde a ninguna razón. No sabemos en qué basar nuestra decisión de compra. Sin embargo, con la etiqueta energética de electrodomésticos sabremos, de un modo fácil y sencillo, conocer las características energéticas de un electrodoméstico. Además de la clase energética también podemos recibir datos específicos. Por ejemplo, en la compra de una lavadora, se podría mostrar información como consumos eléctricos anuales, por ciclo, el consumo de agua, el nivel de ruido, la eficacia del lavado, etc.

El etiquetado energético sirve principalmente para mostrar al consumidor la diferencia de consumo energético entre dos electrodomésticos con prestaciones similares.

Según la normativa europea, se exige a todos los fabricantes aportar esta información junto a los electrodomésticos en venta.

Los aparatos que están obligados a mostrar la etiqueta son:
  • Frigoríficos
  • Congeladores
  • Combis
  • Lavadoras
  • Secadoras
  • Lavadoras – secadoras
  • Lavavajillas
  • Hornos
  • Máquinas de aire acondicionado
  • Fuentes de iluminación.

Actualmente, hay vigentes dos modelos de etiqueta, uno antiguo y uno nuevo. El modelo antiguo es aquel que establece una escala de colores de verde a rojo acompañada de las letras de la A a la G, siendo la A la calificación más alta y la G la calificación más baja. Los electrodomésticos que estén etiquetados con el modelo antiguo podrán permanecer con esa etiqueta hasta que sean vendidos. Para todos los demás nuevos aparatos que salgan al mercado, deberán estar etiquetados con el nuevo modelo (Unión Europea 2010).

La nueva etiqueta es utilizada en todos los Estados miembros de la Unión Europea. Cuenta con una estructura independiente al idioma. Es fácilmente comprensible gracias a los pictogramas comunes para todos los países que no requieren traducción. Conserva la escala de colores que oscila entre el verde y el rojo, pero sin embargo añade tres calificaciones nuevas: A+, A++ y A+++, siendo respectivamente las más eficientes. La escala termina con la letra D, siendo esta la calificación más negativa. En ella se aportan datos del fabricante y modelo exacto del producto e información energética extra a modo icónico.

Hacer una compra de un electrodoméstico con calificación A+++ o hacerla de un producto con calificación D puede suponer una diferencia económica a la hora de la compra, siendo más caro el aparato más eficiente. Sin embargo, a la larga el aparato menos eficiente supondrá un coste económico mucho más elevado en las facturas de la luz, que multiplicadas por el tiempo de vida del aparato, será mayor que la diferencia económica inicial que suponía comprar el aparato más eficiente.
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