Malezas en Soja

Las malezas en soja históricamente fueron la principal limitante del desarrollo del cultivo de soja. Las malezas compiten por los recursos principalmente luz, agua, nutrientes y micronutrientes en los primeros estadios de crecimiento del cultivo y hasta R4 inclusive.

Maitena Rumble
Maitena Rumble
28 de December · 965 palabras.
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🕘 Resumen

En los campos de Argentina, una maleza tradicionalmente problemática para los cultivos de soja es el Sorgo de Alepo, el cual compite por recursos y dificulta las labores de siembra. Para controlarlo, se aplica glifosato. Sin embargo, a partir del año 2009/2010, se ha presentado una nueva maleza de difícil control en los cultivos de soja: la Rama negra. Esta maleza ha demostrado tener resistencia al herbicida glifosato, lo que hace difícil su control. Es importante fertilizar los cultivos de soja para obtener mejores rendimientos agrícolas. El principal fertilizante utilizado en la producción de soja es el SPS, el cual se aplica en el momento de la siembra de la semilla de soja en el campo. Aporta los requerimientos del cultivo en fósforo, azufre y calcio. La alta demanda de nitrógeno de la soja es mayoritariamente cubierta a través del proceso de fijación biológica de N atmosférico en la simbiosis entre la leguminosa y los rizobios. La inoculación con B. japonicum permite aumentos de rendimiento en cultivos desarrollados en lotes con y sin historia sojera. En resumen, es importante controlar las malezas en los cultivos de soja y fertilizarlos adecuadamente para obtener mejores rendimientos agrícolas. Además, la inoculación con B. japonicum puede aumentar el rendimiento de los cultivos.
Una tradicional malezas que afecta los campos de Argentina es Sorgo de Alepo, este comienza su crecimiento en Septiembre, 2 meses antes de la siembra de la soja compitiendo por recursos y dificultando las labores de siembra. Para reducir significativamente su efecto se aplica glifosato.

A partir del año 2009/2010 una maleza de díficil control en cultivos de soja es la vulgarmente conocida Rama negra. Dicha maleza ha demostrado poseer resistencia al herbicida glifosato (cancerígeno) siendo díficil su control.

Fertilización y nutricion nitrogenada en cultivos de soja

Es muy importante fertilizar los cultivos de soja para obtener mejores rendimientos agrícolas. El principal fertilizante utilizado en la producción de soja es el SPS, superfosfato simple. Este fertilizante también se denominda arrancador, porque se aplica en el momento en que se siembra la semilla de soja en el campo. El mismo aporta los requirimientos del cultivo en P (fósforo), S (azufre) y Ca (calcio). Las cantidades de aplicación del mismo oscilan entre 50 y 100 kg por ha*.

La alta demanda de nitrógeno de la soja [(Glycine max (L.) Merril], estimada en unos 80 kg tn-1 de grano producida, es mayoritariamente cubierta a partir del proceso de fijación biológica de N atmosférico (FBN) en la simbiosis entre la leguminosa y los rizobios. El cultivo obtiene entre el 30 y el 94 % de sus requerimientos de N a partir de esta simbiosis (Hungria y Campo, 2004; Perticari, 2005, Collino et al. 2007). La inoculación con B. japonicum permite, en promedio, aumentos de rendimiento de entre 200 y 900 kg ha-1 en cultivos desarrollados en lotes con y sin historia sojera, respectivamente (Martínez Lalis, 1999; Hungría et al. 2006, Ferraris et al. 2006). Si bien la mayoría de los suelos cultivados con soja presentan poblaciones naturalizadas de rizobios, abundan los estudios que muestran aumentos de aproximadamente el 8 % en los rendimientos al inocular anualmente el cultivo (Hungría et al. 2006, Perticari 2005). El proceso de FBN ocurre en respuesta a relaciones fisiológicas reguladas por el cultivo por lo que se requiere de su óptimo manejo agronómico tal que la provisión de fotoasimilados no limite la correcta actividad nodular durante el período de llenado de granos. Entre los factores edáficos que interactúan con la eficiencia de la FBN, se encuentran las deficiencias nutricionales que afectan tanto al desarrollo del cultivo, como a la actividad de los rizobios. El uso de fuentes nitrogenadas, si bien induce a un mejor crecimiento de la soja, afecta negativamente el proceso de FBN y no es una práctica recomendable en condiciones de buen manejo de la inoculación. Cuando hay suficiente disponibilidad de N en el suelo, la planta por razones de economía energética, privilegia la incorporación del nitrógeno edáfico por sobre el derivado de la atmósfera (Racca y Collino, 2005). Abundan los estudios que muestran los limitados efectos de la fertilización nitrogenada sobre la mejora del rendimiento del cultivo destacando la relevancia del proceso de FBN en el abastecimiento de N (Díaz-Zorita et al. 2002). El P participa tanto sobre el crecimiento de las plantas como en el funcionamiento de los nódulos y la actividad de las bacterias en el proceso de FBN (Olivera et al., 2004) tanto por procesos directos (actividad nodular) e indirectos (crecimiento de la planta). En condiciones de baja oferta de P se limita la formación de nódulos (Date, 2000), la fijación del N disminuye (Sa e Israel, 1998) y la relación de biomasa nódulo: raíz también disminuye (Cassman, 1980). En estudios en condiciones de campo, se ha descripto que la fertilización fosfatada aumenta tanto el número de nódulos en soja (Díaz-Zorita et al., 1999; Colacelli et al., 2000) como su tamaño (Díaz-Zorita et al., 1999; Rubione et al., 2002). A partir de la evaluación de 26 sitios experimentales en la región pampeana argentina dónde se analizó la respuesta de soja a la inoculación con B.japonicum y su interacción con fertilización fosfatada se observó que ambas prácticas promovieron independientemente a una mayor nodulación principalmente sobre la raíz principal del cultivo. Además, en varios de los sitios se observó que los nódulos de los cultivos fertilizados de mayor diámetro, sugiriendo una iniciación temprana del proceso de nodulación comparada con los cultivos sin aplicación de P. En este mismo estudio se describieron diferentes respuestas en producción de granos según cultivos en sitios con o sin antecedentes de soja en rotación. En el primero de los casos (“lotes rotados”) tanto la fertilización con P como la inoculación con Bradyrhizobium japonicum aportaron positivamente a los rendimientos de los cultivos en forma independiente y aditiva, 380 kg ha-1 (p

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